Las veces que pude visitar otras ciudades, terminé conociendo o encontrando lugares, a los que no hubiera llegado nunca si no me hubiera perdido. A pesar de llevar conmigo mapas o tenerlos presentes, en algún momento logro perderme. Ya sea por distracción, despiste o por seguir indicaciones poco precisas en idiomas que no comprendo.
Ayer tuve una experiencia parecida pero en mi ciudad, Buenos Aires. Digo mi ciudad por que en realidad la ciudad es mía y se la presto a todos los que por ella transitan. Con esa tranquilidad de lo propio, no la conozco entera.
Ayer tuve una experiencia parecida pero en mi ciudad, Buenos Aires. Digo mi ciudad por que en realidad la ciudad es mía y se la presto a todos los que por ella transitan. Con esa tranquilidad de lo propio, no la conozco entera.
Bajando del colectivo descubrí la parte de un edificio que no había visto nunca. Seis pisos de arquitectura francesa. La planta baja achurada por un negocio, pero para arriba la historia cambiaba, cada uno de los pisos compartiendo el estilo pero con motivos diferentes. Con y sin balcones, volutas, columnas. Miré el edificio de al lado, también de estilo francés y sin apuro me perdí mirando para arriba.
Dos lugares donde se encuentran buenos exponentes sin tener que recorrer mucho son la plaza Carlos Pellegrini, con la embajada de Francia y la de Brasil. Y otro para caminar un poquito es la Avenida de Mayo, con varias construcciones icónicas de distintos estilos.
Además de los edificios referentes del estilo, hay todavía en la ciudad gran cantidad de edificios bien y mal conservados, de distintas categorías, que está bueno redescubrir y perderse mirando para arriba.
3 comentarios:
AndaBA faltando un blog así. Lo celebro desde NY.
Fuerte abrazo.
Andando vamos, dándole un poco de forma. Gracias entretanto por asomarse por acá abajo.
Coincido absolutamente con la última frase. Buenos Aires tiene eso de mirar para arriba y sorprenderse la mayoría de las veces gratamente. Ya sea que te gustan los edificios estilo francés o los racionalistas década del 30 y 40 o mismo en los barrios alejados del Centro (y no tanto), las casas bajas que aun se conservan y que a mí por lo menos me remiten al escenario de los cuentos de malevos de Borges o a algunos paisajes urbanos descriptos por Sábato en Heroes y Tumbas.
Otras veces, lamentablemente, miro para arriba y junto a esos edificios que bien o mal conservados le dan un aire tan especial a Buenos Aires, veo esperpentos que desentonan bajo todo punto de vista y pienso 'excepción al código de planeamiento urbano fraguada al calor de unos cuantos verdes repartidos entre quien sabe cuantos tipos'.
Muy bien por AndaBa. Celebro su aparición.
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