lunes, 10 de diciembre de 2007

La Boca x Tina

La idea de AndaBA fue hacer un blog sobre Buenos Aires para que quienes la vivimos, podamos contar sus historias. Y Tina se prendió. Nada menos que con la Boca.
Con acento italiano

Mucho se dice sobre la influencia de los italianos en Argentina. La comida, los rituales familiares, la forma de manejar caótica y también – investigación mediante – el acento napolitano en Buenos Aires. Además, si bien los primeros pobladores europeos en Argentina fueron españoles, la oleada inmigratoria fuerte a principios del siglo XX consistió en un 50 por ciento de italianos. Los ibéricos, por entonces, representaron tan sólo un tercio del total. Números aparte, la idiosincrasia nacional descansa – o se agita más bien – en el inconfundible espíritu italiano. La viveza criolla, tal vez, no sea más que un débil reflejo del auténtico “fare il furbo” italiano. Y, ni hablar cuando se trata del fulbo. Entonces sí, además de avivados somos todos fanáticos.


Hay un barrio al sur de la ciudad porteña que tiene ese típico gesto tano y no sólo por la ropa que cuelga teatralmente de las ventanas de sus conventillos. La Boca del Riachuelo es una sucursal italiana. Su historia de primer puerto bonaerense con sus míticas casitas pintadas de colores dibuja un cuadro que la mayoría desconoce. Siendo el lugar adonde arribaron los primeros italianos en busca de trabajo y un nuevo horizonte, pronto se quisieron apropiar de él. Rumores cuentan que hacia 1870, debido a un conflicto laboral, los extremistas genoveses quisieron formar una República independiente tomando como modelo a San Marino. Claro que la boca del riacho no tenía las características necesarias para convertirse en República. Al menos, así lo creyeron Julio A. Roca – el presidente en su momento – y el rey de Italia. Como siempre, los tanos se fueron de boca.

De todas formas, la zona del arrabal conserva sus puestos municipales como si se tratara de una nación. Así es como no hay un intendente sino un flamante embajador de la Boca. Por supuesto, la diplomacia en dicho barrio es tan sólo un nombre fantasía. Nadie espera encontrar demasiado protocolo allí donde la especialidad es la “pasión de multitudes”. Tampoco cabe simular una escena sofisticada en uno de los lugares donde empezó el tango. Remitido éste a sus orígenes prostibularios; donde están los italianos siempre hay un kilombo.

A quienes descendemos de los italianos nos encanta nuestra reconocida pasión y desparpajo. ¿Qué sería del mundo sin tanto ruido? ¿Qué sería de Buenos Aires sin esa trifulca de autos que coronan su vida ajetreada? La mayoría de las familias de origen itálico, sin embargo, no hablan su lengua. Tal vez, la razón sea que siendo tan similar al español, habrían aprendido dicho idioma rápidamente. Y le dieron su acento: ese cántico que siempre, y a pesar de todo, parece comedia. Por eso, una larga mesa con gente reunida en nombre del buen vivir y del buen comer (mangia molto che te fa bene) es un típico cuadro italianizante. El resto, son todas pinceladas porteñas.


Mucho se habla sobre el crisol de razas que conforma nuestra nación. A los argentinos nos encanta denotar orígenes multifacéticos. Así es que se reconoce a España como la "madre patria". Pero, la mamma, la que todos tienen en casa y cuya comida no se olvida nunca, es italiana.

Por Agustina Cardoni

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Ya no se habla de mí?